lunes, 17 de enero de 2011

ALTA FIDELIDAD


TÍTULO ORIGINALHigh Fidelity
AÑO
2000
DURACIÓN
107 min.  Trailers/Vídeos
PAÍS
DIRECTORStephen Frears
GUIÓND.V. DeVicentis, Steve Pink, John Cusack, Scott Rosenberg (Novela: Nick Hornby)
MÚSICAHoward Shore & Varios (Pop)
FOTOGRAFÍASeamus McGarvey
REPARTOJohn CusackJack BlackJoelle CarterIben HjejleTim RobbinsJoan CusackLili TaylorLisa BonetSara GilbertTodd LouisoNatasha Gregson WagnerCatherine Zeta-Jones
PRODUCTORACoproducción USA-GB; Touchstone Pictures





Te canta a ritmo de rock and roll: Skaya
Mientras lees, a Skaya le gustaría que escucharas: Te vi correr



Corría el año 1963, plena década de los 80. Golpes Bajos grababa su primer mini-EP y en la radio no paraba de sonar “Huesos” de El último de la fila. En la tele la selección ganaba con un 12 a 1 a Malta. En la vida: nacía una servidora. Aquel bebé se presentaba con el pelo tan extremadamente rubio, que apenas se le apreciaban las cejas. Loquillo lloraba en las puertas de los bares con su “Cádillac solitario” y los siguientes años iban a ser una sucesión de idas y venidas  de chupos, pañales y polvos de talco.

Llegaría lo inevitable: el tercer LP de Hombres G. Era 1967. David Summers compondría el disco en una semana, harían una película y darían la vuelta al mundo con más de 100 conciertos entre España y Latinoamérica. Mi padre me regalaba mi primer Master del Universo, He-Man, pero mientras jugaba con él, mi corazón infantil y contradictorio pensaba en Skeletor. Michael Jakson publicaba su disco Bad después de cinco años de silencio. Fue el primer artista en lograr cinco números 1 consecutivos en el Top 40 americano y el único álbum en la historia que conseguiría 5 puestos número 1 en la lista Billboard Hot 100 de singles. Un compañero de guardería despertaba mi instinto asesino con su primer beso (que fue también el mío). Tenía 4 años y los sábados al mediodía no paraba de ver dragones y mazmorras por TVE.

Era aún una nena pero aquel helado de fresa preescolar, lleno de inocencia, sangre en las rodillas y primeras sensaciones, comenzaba a derretirse. Estábamos en el 68 y mientras Nacha Pop daba un concierto en la sala Jácara de Madrid, el ejército me enviaba al colegio. Contaba con 5 años de matured and blended. Lo cierto es que no entendía aquel mundo de sumas y restas (quién le diría a mi madre que, años más tarde, me presentaría a unas olimpiadas de matemáticas, a las que fui, ví y bebí: creía que la mejor forma de entender aquellos ejercicios era emborrachándome). Me enamoré por primera vez y, aunque dicen que nunca se olvida, pienso que es una cháchara sobrevalorada. También me expulsaron del aula. Recuerdo que lloré como una plañidera en un entierro. Aún así era una chica dura y tocaba a pelea por trimestre.

Mi corazón, enfermo y femenino, se aburría en clase y pasaba las horas imaginando aventuras acerca de besos y chicos desnudos mientras el resto de niñas bailaban “Qué triste es el primer adiós” de Onda Vaselina. Y cuando volvía loca a casa los viernes a la tarde, soñaba que alguien, algún día, me levantaría en el aire bailando el “The time of my life” como Patrick Swayze a Jennifer Grey en Dirty Dancing. Fue una de las bandas sonoras más vendidas de la historia: 32 millones de copias. En mi casa compraron el primer video y gracias a los continuos alquileres en VHS de mi padre, empecé a amar el cine.

Pasaron los años y comencé a creer que aquello era lo que era y que yo debía encajar en ello a las buenas o a las malas. Pero era 1974 y los 60.000 discos diarios vendido de Bonnie Tyler no atemorizaron a Nicky French para resucitar el “Total eclipse of the heart” y hacer un remix que pasaría escuchando continuamente cada vez que marcaba el mejor tiempo en las pruebas de resistencia. Nadie, nunca, consiguió ser mejor que yo en esa prueba: Resistencia.

Ese mismo año había adquirido como herencia de mi madre una vieja Olivetti, de cuando estudiaba mecanografía como parte de su formación de auxiliar administrativo, Bryan Adams y Paquito de Lucía sonaban con el "Have you ever really love a woman?" que se mantuvo en el número 1 de las listas norteamericanas por 5 semanas y fue nominada al Oscar como mejor banda sonora por la película de la cual formó parte. De pronto todo el aburrimiento en clase, la imaginación, los besos y los chicos arrimando sus partes íntimas e impuras a las mías, servían para algo. “Skaya no uses la máquina para tonterías que vas a terminar con la única cinta de tinta negra que tengo” ¿Y a mí qué? – respondía para mis adentros- Si no es suficiente con la negra usaré la roja”. Así fue. A los 13 terminé de escribir mi primer relato mientras en septiembre recursaba 2 asignaturas, a los 14 un segundo, más extenso, en una libreta de muelle y a los 16 mi primera historia de aventuras. Ya comenzaba a oscurecérseme el pelo y, por fin, se apreciaban mis cejas.

¿Y los años siguientes? Bueno, eso… mmm... eso es otra película.

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